sábado, 21 de febrero de 2009

Berengena

En el desespero fatal te vi arrogante, sonrisas coquetas intercambiamos y el dejo de feromonas puteras ancló en segundos inertes. Tú: nariz imperfecta, el valle entre tus dientes delanteros, ese desagradable tono de voz, esa pedante posición social la herencia, tú viaje a lo más in del jet set criollo, tú asistencialismo con los pobres que te permitía dormir en paz y yo desconcertado asumiendo bello tu trabajado, obligado estilo new hippie con collarcito de piedras incluido –me sentí necesitadamente imbécil- pero cachorro que busca acompañar cedí mi tiempo a tus ojos marrones, tu estatura y esos vellos locos que se asomaban por el cuello open de tu polera gay. El ritmo se me hizo sorprendentemente agradable jugué a la ternura y te hechicé con mis besos lascivos/juguetones/violentos pero me hablabas, paciente me calle y me dejé llevar por mi cuerpo en llamas, eréctil demande sus manos –silencio- arrancaste por la zapatilla de cristal cuando en espejo se te repitió mi cara, yo discriminé por ti esperando condescendencia logrando a las 2 horas indiferencia ¿fui muy caliente? Y esperando mi decisión al enfrentamiento apareció lujurioso el duende, me lamió con sus ojos incansable apostador me ofreció lecho, es muy lejos se fue. Volví, en desgana me respondiste, destruido me fui –esta mierda que se cree, debería darse con una piedra en los dientes- “eres un desconsiderado, elegí quedarme contigo y te convertiste en un inmaduro…” temí/sudé/tirité esperando las horas, pasan los momentos –observo- prendo fuego a un incienso, realmente aquel hombre ni siquiera era para mí.

No hay comentarios: