miércoles, 13 de agosto de 2008

pArA mArAt

Y su gesto tan ingenuo, tan dócil, tan agobiado cuando se decide. Yacía pluma en mano, carta en la otra, tinta negra y roja que dejaban testimonio del acto, sus ojos perdidos señalan el misterio. David se ha suicidado.

En el silencio sinuoso de mi mente, en el desprendimiento de tu compañía, respiro. Cuando mis ojos se tiznan del opaco brillo del sol, que ciego me deja en penumbra.

Y en esa despedida, esa última vez que me fije que tenia lagañas. El desprecio de tus ojos me indicaron mi culpa pero yo aun te amaba.

Corrí y no encontré tú sombra. Desvanecía yo en el itinerante galope de pensamientos inarreglables, puros conflictos solucionables, pero, ese maldito pero.

Mi respiración perdía el camino de la tuya ¿o tu quisiste dejar de seguir la mía? Me es todo tan confuso, difícil y no tengo mas que escribir y sigo sin entender, me siento pequeño.

Tú último beso me dejó cicatriz de pena, estas helado, distante no siento tu calor en esta solitaria cama sólo me queda aferrarme a mi piel escamosa.

La luna brilla, como mis ojos y ellos cual vidrio se trizan cayendo alborotados por mis pómulos indios.


Te dejo, digo adiós a tu espalda robusta calentita felpa que me cubría de los temores que me ahogan, ahora yo, nuevo, respiro y siento el aire para poder volver a sonreír.

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